Todos los años por estas fechas hacemos alguna salida al campo en busca de setas, ya entrado el invierno y tratando de alargar la temporada. No es la primera vez que gentes del lugar se extrañan y nos preguntan si hay setas en esta época.
Todos los aficionados sabemos que la estación principal es el otoño; ya hay lluvias con frecuencia y la temperatura es aún templada, se dan por tanto las condiciones idóneas para la recolecta de especies interesantes desde el punto de vista culinario; pero ya he dicho en otras ocasiones que setas hay todo el año, aunque claro está que en primavera y otoño se dan las mejores comestibles.
En este mes de diciembre hemos hecho cuatro salidas dos ya entrado el invierno, muy a finales y esto es lo que encontramos.
1.-Clityocybe nebularis (Batch. :) Kumm – Pardilla-Taramundi
Esta especie suele aparecer ya bien entrado el otoño, su hábitat es siempre entre la hojarasca, generalmente en grupos numerosos, el color del sobrero es gris blanquecino debido a un polvillo que nos recuerda a la niebla, el pie es grueso, engrosado en la base y algo más blanco que el resto, así como la carne; tiene un olor muy particular como de almendras amargas.
Es comestible pero con precaución, pues les sienta mal algunas personas; se recomienda escaldarlas previamente a su preparación y comer poca cantidad en principio, también hay quien le quita la cutícula del sombrero, de todas formas su sabor es agradable.
La Angula de monte también llamada trompeta amarilla tiene hueco todo el pie hasta el sombrero; muy apreciada y difícil de confundir puesto que tiene pliegues en el himenio y no verdaderas laminas, por otra parte no sería peligroso ya que no existe ninguna toxica parecida.
La carne es blanquecina amarillenta y tiene un sabor dulce y aromático, todo el carpoforo tiene unos colores que van del marrón al gris y con tonos también amarillos, a veces bastante amplios sobre todo en el pie y los pliegues; existe la variedad lutescens que se distingue precisamente por prevalecer el color amarillo, también la especie lutescens que tiene los pliegues mucho más finos, casi lisos.
Ya estábamos a mediados de diciembre y vimos, solo unos pocos rebozuelos, esto es interesante si tenemos en cuenta que ya en el mes de junio los hemos visto en castañares de la zona central de nuestra región, en este caso estaban en zona de robles en bosque mixto.
Otro buen comestible, este propio de este tiempo en curioso contraste con el rebozuelo, lo encontramos en el mismo bosque; pero este en el borde entre la hojarasca, lo que ocurre generalmente.
Muy fácil de reconocer por su color azul violeta en todo el carpoforo, aunque no tanto en el sombrero que va perdiendo su brillo inicial para tomar tonos marrones, la carne es también violeta blanquecina y tiene un olor perfumado muy característico, la posible confusión podría darse con algún cortinario, pero estos enseguida cogen un color marrón en las láminas y no tienen el olor del pie azul.
Esta seta pasa muchas veces desapercibida por su tamaño; aunque puede llegar a alcanzar 7u 8 cm de diámetro en el sombrero, si bien generalmente se encuentra más pequeña, su época de aparición ya muy tardía y su hábitat en madera de caducifolios en grandes grupos, con preferencia en arboles vivos.
Se distingue con bastante facilidad, el pie está casi hasta el ápice aterciopelado de un color marrón oscuro casi negro, el sombrero es amarillo oro con tono también rojizo y brillante que nos recuerda el fuego, de ahí su nombre.
Es un comestible apreciado, pero debe desecharse el pie y siempre consultando a expertos, pues hay setas pequeñas muy peligrosas con las que se podría confundir.
Otro comestible apreciado y de mucho rendimiento, muy carnoso, lo encontramos en planifolios pero también se puede ver en coníferas, es otro caso parecido al rebozuelo, que también se puede ver en verano en la zona central.
También muy fácil de identificar ya que tiene aguijones algo decurrentes en vez de láminas, de ahí su nombre popular. Existe otra especie muy parecida el Hydnum rufescens que es muy raro de ver en Asturias, sin embargo en León lo hemos visto con facilidad en coníferas y a final de temporada.
Algunas personas le achacan un sabor amargo que viene de los aguijones y se los quitan; pero debo decir que yo los he comido muchas veces sin quitarles nada y me saben estupendos sobre todo salteados con un poquito de jamón.
En cuanto a la angula ya ha sido mencionada con anterioridad; solo decir que están mezcladas en la cesta la especie tipo y la variedad lutescens, que tiene los pliegues del himenio y también el pie claramente amarillos.
Por lo demás la cesta tiene unos pocos ejemplares de Tricholoma portentosum, llamado popularmente capuchina, una seta que aguanta muy bien las heladas siendo además un excelente comestible muy apreciada por los aficionados.
Aparece en grupos a veces numerosos en coníferas y con frecuencia bastantes enterrados, si se coge entero, nos puede llamar la atención lo largo que puede ser el pie.
El sombrero pasa de ser casi blanco del todo a mezclarse con tonos amarillo aceituna hasta llegar a gris muy oscuro, pero tiene unas fibrillas radiales que lo identifican bien. Las láminas y el pie así como la carne son blancos, pero es muy difícil que no presenten algunos visos de color amarillo suave, propio de esta especie que también nos ayuda a conocerlo.
El autor y el grupo de compañeros que salimos juntos al monte os deseamos FELIZ 2020.
Fotos: 1, 2,6. Laura López Alonso - resto y redacción: Juan R. Glez. Diego 31 de diciembre2019
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